«Déjame tu dolor…»

manos

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Déjame tu dolor,
déjame tu amargura,
déjame sentir tus penas,
déjame acompañarte
a ti en cada locura.
Muéstrame tus abismos,
muéstrame tus infiernos
pues quiero amarte completo,
con tus fallos, con tus miedos,
pues qué sencillo es amar,
en el acierto correcto,
en la virtud, en la bondad…
que sí, que está muy bien soltar,
pero mira porqué dejas
a las personas marchar,
¿es por amor o por miedo?
Porque todo se reduce a eso…
No juzgues a los demás,
no juzgues ni sentencies nada,
tan sólo dedícate a amar,
amar cada respirar que tienes
y no olvides que ese aire
lo respiran los demás.
Que ellos como tú sufren,
sienten miedo, pesar…
Que ellos como tú aman,
que buscan la felicidad,
en cada despertar que hallan
que toda persona del mundo,
anda sedienta de paz,
anda sedienta de amor,
por ellos han de comenzar,
pero qué es un yo, sin nosotros,
todos somos unidad…
y aunque no lo reconozcas,
quizás no aciertes a verlo,
toda humanidad que tienes,
también está en los demás.
Y la humanidad conlleva,
acertar, cometer fallos
de nuevo volverlo a intentar.
Que todos llevamos luz,
también toda oscuridad
y esa es la vida completa,
quiérela y bésala,
así de esta forma sencilla,
así encontrarás sosiego,
así sanarás heridas,
pudiendo abrazar la vida,
con la mayor confianza,
con la mayor humildad
ella es una madre buena
que quiere enseñarte a amar.
Marisa Morales Sánchez