Si yo tuviera dinero,
dinero te entregaría.
Si tuviera posesiones,
contigo las compartiría.
Pero como no los tengo,
te quiero dar mis palabras,
que son lo único que llevo.
Las llevo muy enterradas
dentro de mi corazón.
Te las entrego con ganas
y también con ilusión.
Así a mí me gustaría
continuar cada día.
Las entrego al que está alegre,
también a aquellos que sufren.
Se las brindo al carcelero
y al que terminó en prisión,
pues quien más las necesita
es aquel que se perdió.
Y ¿quién dice que, algún día,
no sea yo la que me pierda?
Entonces querría encontrar
a quien me tienda una mano,
a quien me entregue su tiempo,
a quien me entregue su amor,
y que dejara de lado
el fallo que me perdió.
Porque aquí estamos de paso
y hay que saber perdonar,
porque la vida se acaba,
¿de qué sirve tanto odiar?
Por eso, a ti, que me lees;
por eso, a ti, que me escuchas,
que sepas que soy tu amiga
y te doy lo que yo tengo.
Deseo que encuentres consuelo,
deseo que encuentres la dicha,
porque la vida te espera
siempre con brazos abiertos.
Y seguro que ella a ti
te dará aquello que anhelas,
te dará todos tus sueños,
porque la vida son versos.
Poema incluido en «Cándida»
Imagen del cuadro «Niños contando dinero» de Bartolomé Esteban Murillo