«He aprendido»

playa

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He aprendido a dar gracias por cada día que transcurro en este mundo. Porque soy consciente de poder desaparecer de él en cualquier momento.
He aprendido a valorar muchísimo a cada persona que ha formado y forma parte de mi vida. A disfrutarla cuando la tengo cerca. Cuando tengo su presencia. Y a llevarla en mi alma cuando marcha. Así nadie deja vacíos, sino enseñanzas y experiencias. Esto hace que mi amor por ellos se fortalezca. Aunque ya no estén ante mis ojos, siguen estando en mi corazón. Y este lugar me pertenece. Nadie puede cambiarlo porque es tan sólo mío. Soy su dueña.
Sigo aprendiendo a no juzgar los actos de otros porque, a veces, comportamientos que creí inapropiados, han sido míos.
Sigo aprendiendo a aceptar la impermanencia y el cambio continuo que es la vida. Por eso me permito amar el momento presente con intensidad. Porque no será eterno… Esto también me ha ayudado a salir de mis días más oscuros que como todos, también tengo.
Sigo aprendiendo a confiar en mi persona, en la vida y en los otros. A quedarme siempre con lo positivo de la existencia y del prójimo. Creo que si sabemos mirar a toda persona que se cruza en nuestro camino veríamos que tiene algo que aportar. Y a dejar de lado aquello que no es de nuestro gusto en otros. Viendo nuestra propia naturaleza fallida. No somos dioses. No somos infalibles, ni perfectos. Y como somos, está bien. Porque amarte y amar es aceptarte y aceptar a los otros en su totalidad. Ese es el gran reto de una humanidad en la que, muchas veces, nos señalamos unos a otros. Y muchas veces creemos que los fallos ajenos son más negativos que los nuestros…
Saberte amar y aceptar te abre a extender esto a los demás. También te permite un mayor estado de paz.
La vida siempre brilla y es maravillosa. Aún con sus sombras y con sus aparentes pérdidas. Aparentes porque nada ni nadie nos pertenece. Pero sí nuestra forma de amar e interpretar.
Marisa Morales Sánchez